Lucrecio
Es autor de un
largo poema didáctico, De rerum natura (Sobre
la naturaleza de las cosas), en algo más de 7.400 hexámetros distribuidos
en seis libros, acaso la mayor obra de la poesía de Roma. En este poema se
divulgan la filosofía y
la física atomistas que
había tomado Epicuro de Demócrito.
El único texto que poseemos del poema se ha transmitido gracias a Cicerón,
quien preparó su edición a la muerte del poeta, y al humanista Poggio
Bracciolini, que lo copió en 1418 del único códice conservado.
En deliberado contraste, se inicia con un himno a la diosa Venus generatriz y
termina con una descripción de la peste de Atenas.
Son pocos y
dudosos los datos biográficos que se conservan de Lucrecio y fundamentalmente
recogidos por San
Jerónimo. Según ellos, enloqueció al beber un filtro de
amor y se suicidó; pero esta información tiene todo el aspecto de haber sido
compuesta ad hoc para
explicar la sombría visión que ofrece del amor en su célebre poema. La
tradición ha defendido que padecía algún tipo de enfermedad mental, que podría
ser o no de origen físico (como la epilepsia),
tratando de desprestigiar así una visión de las cosas tan alejada del dogma de
fe.
Su tercer nombre,
Caro, era propio de las clases bajas, pero Lucrecio tenía una extensa cultura,
que no era fácil de adquirir para las clases desfavorecidas. Se ignora si era
originario de la misma Roma o
de alguna provincia, pero es indudable que Lucrecio vivió en Roma y resulta
evidente, por la franja de fechas en que se desarrolló su vida, que debió
asistir a las guerras civiles romanas, a las revueltas de Mario y Sila, a la conjuración
de Catilina y
a la ascensión de Julio César.
También afirma San
Jerónimo que Cicerón ordenó
el texto en seis libros y editó el poema. El primer libro comienza con una
invocación a Venus como
fuerza germinadora de la naturaleza y trata de cómo todo está compuesto
de átomos y
devacío.
El libro segundo trata del movimiento y agrupaciones de los átomos. El tercer
libro habla sobre el alma,
que es mortal. El cuarto sobre la teoría de la sensación, el quinto sobre el
mundo y el sexto sobre diversos fenómenos atmosféricos y las enfermedades,
terminando con un sombrío panorama sobre los estragos de la peste en Atenas,
en deliberado contraste con el inicio.
Los análisis a la
obra de poetas posteriores demuestran que le habían estudiado a fondo. A él
alude Virgilio cuando
escribe:
Felix qui potuit rerum cognoscere causas
atque metus omnes, et inexorablile fatum
subiecit pedibus, strepitumque Acherontis avari!
Geórgicas, lib. II.
Utiliza
comparaciones para aliviar la árida materia abstracta de la obra, mezclando,
con una imagen que más tarde tomará Horacio,
lo útil con lo dulce de la misma manera que un médico mezcla dulce miel en las
agrias medicinas que administra. También es citado en numerosas ocasiones
por Montaigne a
lo largo de sus Ensayos (1595). La obra de Lucrecio, materialista e
irreligiosa, fue traducida por el afrancesado y
revolucionario jacobino español José Marchena a
principios del siglo XIX en endecasílabo blanco
con la intención de combatir el catolicismo de sus compatriotas. También es
importante, por sus méritos filológicos y por sus caudalosas notas, la versión
bilingüe del humanista inglés John Mason Good,
(Londres, 1805, 2 vols.) y, por fin, la edición filológicamente impecable
de Carl
Lachmann (Berlín, 1850).
La intención de
Lucrecio, como ya señaló Virgilio, es liberar al hombre del miedo a los dioses
y a la muerte,
causas, según él, de la infelicidad humana.
("Está bien ver al navegante lejano luchar contra la borrasca y naufragar,
no porque nos alegremos del mal ajeno, sino porque es bueno hallarse libre de
tormentos"). El texto pertenece al género del perifíseos griego, poemas o
textos de filósofos presocráticos que intentaban explicar el origen del mundo.
Representa el cosmos como
un conjunto fortuito de átomos que
se mueven en el vacío ("Ninguna cosa nace de la nada", verso 211;
"De la nada, nada puede hacerse", verso 219; "Nada puede a la
nada reducirse / ni alguna cosa hacerse de la nada", versos 1071 y 1072).
El alma es
material y no sobrevive al cuerpo.
Los fenómenos tienen todos causa natural. Si existen los dioses, estos no
intervienen en los asuntos de los mortales. La triste visión del amor humano
que ofrece ha intrigado a los especialistas. En general, Lucrecio es
considerado uno de los tres grandes poetas del ateísmo,
junto a Ludwig
Feuerbach y Thomas Hardy.
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